Todos los perros necesitan morder para obtener recursos y conseguir un cierto status dentro de la manada. Este comportamiento es normal y lo ponen en práctica desde el nacimiento, cuando los juegos aún son controlados por la madre. Para que el cachorro aprenda la inhibición de la mordida y se convierta en un adulto equilibrado, es fundamental que viva con su madre y con sus hermanos.
La madre es la única que puede vigilar dichos juegos y sabe cuándo intervenir poniendo fin con un buen gruñido o incluso con un amago de morderlos. Lo malo es que muchas personas piensan que esta conducta materna es peligrosa y perjudicial para los cachorros, por lo que separan las camadas a edades muy tempranas.
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