8 de diciembre de 2010

LOS HECHOS Y PERSONAJES SON FICTICIOS. CUALQUIER SEMEJANZA CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA.

EN EL CAPÍTULO ANTERIOR...
         Era un día de invierno, muy frío, cuando íbamos por la calle y vimos una luz brillante, maravillosa… Nos dirigimos hacia ella y, al llegar allí, apareció una puerta, una puerta de madera… Se abrió y decidimos pasar, para saber qué había ahí… 


LA PUERTA

Al entrar, lo único que vimos fue un espacio blanco… Blanco, blanco, blanco, blanco por todos lados… e inmediatamente cambió a negro, luego a verde, y así con todos los colores… Se mezclaron y formaron un lugar muy parecido al barrio en el que vivimos, pero aquí la temperatura era agradable y las cosas tomaban colores diferentes… ¡Qué divertido!
         Decidimos investigar este lugar. Primero, fuimos a la casa de Jack (mi dueño). Entramos, nada era igual: la pared era verde, el piso violeta, los relojes aburridos y antiguos de Jack se convirtieron en divertidos (te preguntarás cómo son los relojes divertidos, yo opino que cualquier reloj no igual al de mi amo es divertido). La casa ahora era mucho más grande, todo había cambiado… Faltaba algo… o alguien: mi dueño. Miramos bien: tampoco estaba la mucama…
         Salimos de la casa, nos dimos cuenta que en este extraño lugar no había humanos. Estaba lleno de perros y gatos: los conocidos y otros. Con Sam, nos dimos cuenta que la casa del Sr. Think no existía. En su lugar se encontraba una casa gigante. Entramos. Wooooooow… El lugar estaba lleno de perros y gatos: todos se divertían. Allí había piscinas, juegos, televisión con perros y gatos actores, un gran jardín, comida por doquier, hasta una cama gigante para cada uno. Este lugar era ideal, era el lugar soñado por perros y gatos. Con Sam, queríamos quedarnos a vivir allí... Vino un caniche muy simpático que nos mostró el lugar mediante una pantalla muy grande que se encontraba en el salón principal.
         Estaba oscureciendo… ¡y llegó la hora de la cena! Una gata persa nos sirvió un gran banquete a cada uno. Estábamos muy satisfechos. Luego, jugamos a atrapar la ramita, la cual salía expulsada desde un aparato genial.

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